martes, 11 de marzo de 2014


EDWARD BACH Y LOS REMEDIOS FLORALES

 

 

1. DATOS BIOGRÁFICOS

 

Edward Bach nació el 24 de septiembre de 1886 en Moseley, cerca de Birmingham (Inglaterra). Fue el menor de cuatro hermanos y tuvo una débil salud en su infancia. Desde los 16 a los 19 años trabajó en la fundición de latón de su padre. En 1906, a los 20 años, comenzó sus estudios de medicina en la Universidad de Birmingham, desde la que se trasladó al University Collage Hospital de Londres, donde concluyó sus estudios en 1912.

Trabajó como médico del  University Collage Hospial y como Cirujano Residente para Accidentes en el Nacional Temperante Hospital.

Su falta de salud, que le libró de luchar en la Primera Guerra Mundial, no le impidió estar al cargo de más de trescientas camas para heridos de guerra en el University Collage Hospial de Londres, al tiempo que realizaba funciones de Bacteriólogo Asistente y daba clases de bacteriología. Sus investigaciones en este campo se desarrollaron en torno a la intoxicación intestinal y su relación con las enfermedades crónicas y con el cáncer. Experimentó con una especie de vacunas, elaboradas a partir de determinadas bacterias intestinales, que se desarrollan por encima de los niveles normales en pacientes con enfermedades crónicas.

En 1917 trabajaba sin descanso cuando sufrió una grave hemorragia producida, según algunos autores por un colapso por agotamiento y según otros por un cáncer de estómago. El caso es que los médicos que le operaron le pronosticaron tres meses de vida. Bach decidió aprovechar el tiempo que le quedaba para hacer alguna aportación a la medicina y se volcó en sus experimentos bacteriológicos. Pasados los tres meses, Bach gozaba de mejor salud de la que había tenido en los últimos años.

Entre 1919 y 1922 trabajó en el London Homeopatic Hospital. Allí profundizó en el conocimiento de la obra de Hahnemann, cuya influencia sería fundamental en sus investigaciones posteriores. La combinación de su trabajo como bacteriólogo con los principios de la homeopatía le llevaron a preparar las llamadas 7 nosodes  de Bach, que son preparados homeopáticos a base de esas bacterias intestinales con las que él ya había experimentado, inyectándolas a pacientes crónicos.

En el año 1922 renunció a trabajar en el hospital y se dedicó a investigar en su propio laboratorio y a atender su consultorio privado en Londres, donde practicaba la homeopatía en combinación con la medicina alópata. A lo largo de este periodo publicó artículos, impartió conferencias  y alcanzó un gran prestigio profesional, tanto dentro como fuera de Inglaterra.

Edward Bach en este momento estudiaba lo forma de sustituir las sustancias tóxicas, con las que elaboraba las nosodes, por plantas. En sus frecuentes paseos por los campos y por jardines de Londres recogía flores para  estudiarlas en su laboratorio. En el año 1928 descubrió, durante unas vacaciones en Gales, sus dos primeros remedios florales.

En 1930 dejó el laboratorio y la consulta de Londres, deshaciendose de todo lo que hasta ese momento había constituido el objeto de su trabajo, para dedicarse a buscar nuevos remedios florales, utilizando como única herramienta de investigación su INTUICIÓN, puesto que había adquirido, poco a poco, un enfoque energético tanto de la enfermedad como de las terapias y consideraba que el método científico y el laboratorio no podían conducirle al descubrimiento de nada verdaderamente valioso. A esas alturas de su vida había desarrollado una percepción y sensibilidad tal, que podía sentir las cualidades vibratorias de las flores y sus poderes curativos con sólo tocarlas o ponerlas sobre su mano.

La contemplación de una gota de rocío sobre una flor pudo ser lo que le hizo intuir que la flor podía trasmitir su vibración a la gota de rocío. De ahí dedujo su sencillo sistema de preparación de remedios florales, que consiste en utilizar el agua y el sol como vehículo de transmisión al ser humano de las cualidades curativas de las flores. (Ver fotocopia sobre elaboración de remedios florales). En los años 1931 y 32 completó la serie original de los doce remedios florales y publicó sus primeros libros: Cúrese usted mismo en 1931 y Los doce remedios en 1932.

En los años siguientes fue descubriendo nuevos remedios hasta completar su serie de 38, al que añadió el llamado “remedio rescate”, elaborado a partir de la combinación de 5 de los otros 38 remedios (cerezo, clemátide, impaciencia, heliantemo, y estrella de Belén). De estos 38 remedios, 34 se preparan a partir de flores silvestres, 3 son de flores de plantas cultivadas y uno de ellos es, simplemente, agua de manantial (rock water).

 En  1935 se trasladó a Sotwell, donde murió el 27 de noviembre de 1936, a los 50 años de edad. Una semana antes de morir dijo a sus colaboradores que su tarea estaba completa y que su misión en este mundo ya había finalizado y les encargó que velaran por mantener la simplicidad y pureza de su método. Hoy en día se encarga de esta función el Dr. Edward Bach Center, que se encuentra instalado en Mount Vernon en Sotwell.

La biografía del Dr. Bach se conoce, sobre todo, a través del libro The Medical Discoveries of Edward Bach escrito por Nora Weeks, una de sus ayudantes más allegadas. Escasean los detalles sobre su vida privada. Sabemos por el Bach Center, que el Edward Bach estuvo casados dos veces, su primera esposa murió; tuvo una hija con su segunda esposa, pero el matrimonio fracasó poco antes de que Bach abandonara Londres en 1930.

Su falta de atención a los convencionalismos sociales le provocó problemas con el Registro de Médicos, y fue amenazado con la expulsión, alegando que sus ayudantes no tenían la adecuada cualificación médica. Ante las amenazas del estamento médico oficial, Bach escribió una carta al Presidente del Consejo Médico General en la que expresamente renunciaba al ejercicio de la medicina ortodoxa.

Bach estaba convencido de habar aportado a la medicina un sistemas completo, no sólo capaz de curar cualquier dolencia, sino capaz de hacer comprender a la humanidad su verdadera naturaleza.

 

2. EL PENSAMIENTO DE EDWARD BACH

 

El contexto histórico en el que trascurrieron sus 50 años de vida se sitúa al final de la época victoriana, que fue el momento de prosperidad y esplendor de la burguesía inglesa, gracias a la expansión del colonialismo. Vivió la época de la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, los primeros movimientos anticolonialistas, las revueltas nacionalistas en Irlanda, el crack económico de  1929 y los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial. El mundo científico estaba desplazando sus principios desde el positivismo naturalista hacia una concepción de proceso y evolución (Darwin), en donde el mundo ya no se verá como algo estático sino como un sistema en transformación, dando cabida a la relatividad, al mundo inconsciente, al principio de incertidumbre, etc. En el campo de las disciplinas biomédicas el desarrollo de la microbiología impulsaba, en esos momentos, el relanzamiento de la inmunología y las vacunas.

En la vida y obra del Dr. Edward Bach se aprecia la clara influencia de sus profundas convicciones cristianas y de su pertenencia a la masonería, pero también aparecen en sus escritos frecuentes referencias a Buda y al pensamiento hindú. Conoce la obra de Goethe y el romanticismo alemán del siglo anterior, y presenta un paralelismo claro con Rudolf Steiner. La corriente psicoanalítica parece inspirar su clasificación de las personas en grupos emocionales arquetípicos. Hipócrates, Parécelos y, sobre todo, Hahnemann, conforman sus modelos terapéuticos.

Todas estas influencias filosóficas confluyeron en un ser con una gran sensibilidad ante el sufrimiento, un excelente sentido del humor, una gran intuición y una atracción especial por lo bello y armonioso.

El pensamiento de Edward Bach evolucionó desde una formación académica y una práctica médica ortodoxa, enmarcada en el mundo científico de su época, a una práctica basada en la intuición. Dicen de Bach, que su sistema rayaba en la mediumnidad puesto que él entraba espontáneamente en el estado de precariedad emocional específico por el cual se veía impulsado a buscar la flor adecuada. Lo cierto es que Bach no ofreció ninguna explicación científica de cómo o por qué actuaban sus elixires florales, advirtiendo en la introducción a su libro Los doce remedios que “No se requiere ciencia alguna, ni conocimientos previos, aparte de los sencillos métodos que aquí se describen; y los que más beneficios conseguirán de este regalo enviado pro Dios serán aquellos que lo conserven tan puro como es: sin ciencia, sin teorías, pues todo en la naturaleza es muy simple.”

Un de sus objetivos más claros era el de proporcionar a la Humanidad un método sencillo, de utilización casera, totalmente inofensivo, pero capaz de posibilitar una autentica sanación para cualquier sufrimiento y dolencia, a través de la armonización de la parte física, mental y espiritual de cada ser.

Bach comenzó a considerar que el fracaso de la ciencia médica se debía a dos causas principalmente: A que trataba los resultados, pero no las causas de la enfermedad; y a que los medios materiales que se empleaban no podían curar puesto que el origen de la enfermedad no es material, no comienza y termina en el cuerpo físico. Por otra parte, se dio cuenta de que el carácter y la personalidad tenían una influencia en las diferentes respuestas de los pacientes ante los mismos tratamientos.

Tratar las causas en lugar de suprimir los efectos y curar sin agredir (puesto que observó que a veces el remedio es más cruel que la propia enfermedad) fueron para Bach dos motivaciones que impulsaron su continua búsqueda.

Según Bach, el enfoque adecuado de la medicina es el que proporcionan Hahnemann, las medicinas hindús, Hipócrates y Paracelso. No obstante, Bach no quiso emplearse en criticar la ciencia médica, sino en construir un “nuevo edificio” basándose en los siguientes puntos:

a) Desarrollando la homeopatía de Hahnemann

b) Mejorando la dieta y la calidad de vida

c) Realizando la oportuna conexión entre fracaso espiritual y enfermedad.

Consideraba métodos curativos la meditación, el desarrollo de la virtud, disfrutar de la vida y desechar el miedo.

Los pilares filosóficos o creencias en los que se apoya su pensamiento pueden sintetizarse en los siguientes puntos:

v El ser humano tiene dos aspectos, uno espiritual y otro físico, siendo el físico el menos importante.El hombre tiene un alma que es su ser real, su ser divino, poderoso, del cual el cuerpo es un diminuto reflejo.

v Mientras el alma y el la personalidad individual estén en buena armonía todo será salud y felicidad.

v El alma es inmortal y el cuerpo es temporal, nuestro paso por la tierra es un momento en el curso de nuestra evolución, para lograr el conocimiento y la experiencia necesarios para el desarrollo de las virtudes que perfeccionen nuestra naturaleza.

v Todo forma parte de la UNIDAD. El universo es  un gran sistema inseparable, creado por la fuerza del Amor, en el que todo lo que se conoce es una manifestación de esa gran unidad, y en el que cualquier acción de una de las partes afecta a la totalidad.

El concepto de enfermedad para E. Bach engloba los siguientes aspectos:

v Lo que se conoce normalmente por enfermedad es la etapa terminal de un desorden mucha más profundo. La enfermedad es el producto de un conflicto entre alma y personalidad. Cuando la personalidad se desvía del impulso marcado por el alma surge el conflicto que causa la enfermedad.

v La enfermedad es beneficiosa y existe para dar al hombre la oportunidad de corregir sus defectos, pudiendo evitarse si se atienden a tiempo los síntomas premonitorios y si se realiza el esfuerzo correctivo espiritual y mental. El factor esencial para la salud es aprender la lección que está determinada para cada persona, puesto que el alma colocará a cada ser en las situaciones de la vida más idóneas para aprender.

v Los errores fundamentales causantes de la enfermedad son los siguientes:

§ Orgullo

§ Crueldad

§ Odio

§ Egoísmo

§ Ignorancia

§ Inestabilidad

§ Codicia

Todos estos defectos de personalidad pueden encuadrarse en dos: disociación entre alma y personalidad y defectos que atentan contra la Unidad.  No obstante, la verdad es siempre relativa, ya que un error no es un mal sino un bien fuera de lugar, puesto que cada ser tiene su nivel de evolución.

v Para erradicar los defectos de la personalidad hay que cultivar la virtud contraria. No se trata de luchar contra esos defectos, ya que la lucha les daría mayor fuerza y no podrían superarse; incluso en el  caso de vencerlos no se habría erradicado la causa que los indujo.

La forma en la que Bach enfoca la sanación, por una parte responde a una concepción integral del hombre, que además forma parte del universo, de la unidad total; por otra parte, desarrolla una práctica destinada a aliviar el dolor, a amplificar la conciencia y el autoconocimiento del paciente para que pueda realizar los cambios necesarios que le hagan evolucionar y superar su enfermedad.

En resumen, sus propuestas curativas conllevan los siguientes pasos:

 

v Descubrir la verdadera causa espiritual de la enfermedad. La curación debe proceder del interior, sanando primero el espíritu y luego le seguirá el cuerpo. Es indiferente cual sea la enfermedad que se padezca, lo importante es el estado espiritual-mental que produce y del que provienen.

v Restablecer la armonía entre el alma y la mente. El terapeuta debe ayudar a los que sufren a conocer los principios que rigen el universo e indicarle los medios para conseguir la armonía. El criterio de curación no debe ser la desaparición de los síntomas, sino el cambio de perspectiva del enfermo.

v Es fundamental preservar la libertad individual, evitando que otras personas interfieran en nuestro proyecto vital y, al propio tiempo, evitando interferir en la vida de otras personas. El único dominio que debe seguir la personalidad es el dictado de la  conciencia.

v Finalmente, dado que existen en la naturaleza ciertas plantas, puestas por la divinidad, para ayudarnos en el desarrollo de las virtudes que nos hacen sanar, el sanador, además de hacer que el paciente pueda ver sus errores y ayudarle a superarlos, le suministrará “los remedios maravillosos que han sido bendecidos por Dios con fuerzas curativas para abrir en él los canales que captan la luz del alma, de manera que la fuerza curativa penetre e invada al paciente”.

A pesar de considerar que el cuerpo físico es el reflejo del alma, Bach también ofrece en su libro “Cúrese usted mismo” unas pautas saludables para el cuidado del cuerpo. Son las siguientes:

a) Limpieza externa con agua fresca. No abusar del jabón

b) Limpieza interna a partir de una dieta basada en frutas, verduras y frutos secos. Evitar la carne animal y tomar muchos líquidos.

c) No dormir demasiado

d) Usar ropa ligera que permita la transpiración y tomar baños de agua, sol y aire fresco.

 

3. LOS REMEDIOS FLORALES

 

Bach consideró sus remedios florales como el instrumento perfecto, ofrecido por la Naturaleza, para ayudar a la Humanidad, no solo en sus dolencias, sino también en su evolución. En un artículo publicado en 1930 por el Hopeopathic World se expresa de la siguiente forma: “…es de vital importancia que los remedios elegidos sean revitalizadores y constructivos, siendo portadores de vibraciones que poseen un efecto edificante. En la elección de ese remedio, debemos tener en consideración el estado evolutivo del mismo en relación con la persona. Los metales se encuentran en un nivel por debajo del hombre. El empleo de animales supondría crueldad y, en el arte divino de la curación, no se permite que aparezca huella alguna de crueldad. Es por este motivo por el que nos queda tan sólo el reino vegetal. Existen tres tipos de plantas. El primer grupo se encuentra, en lo que a su evolución se refiere, en un nivel un poco más bajo que el del ser humano. Entre éstas se hallan los tipos primitivos, los cactus, las algas marinas, la cuscuta, etc. A este grupo pertenecen también las que han sido empleadas para finalidades equivocadas, siendo algunas de ellas venenosas: el beleño, la belladona y las orquídeas son algunos ejemplos. Una segunda categoría, que se encuentra en el mismo nivel que el ser humano y que son inofensivas, puede ser empleada como alimento. Pero existe aun un tercer grupo que se encuentra en un nivel evolutivo relativamente alto o más alto que el de la humanidad media. Es de entre estas plantas donde debemos escoger nuestros remedios …”

En este mismo artículo, Bach explica la forma en la que las plantas actúan sobre el ser humano: “La manera de actuar de estos remedios consiste en elevar nuestras vibraciones y en abrir nuestro canales para que nuestro yo espiritual pueda sentir, en invadir nuestra naturaleza con las virtudes que necesitamos y en subsanar los errores que en nosotros ocasionan daños. Estos remedios son capaces, al igual que una música maravillosa o que todas esas magníficas cosas que nos inspiran, de elevar nuestra naturaleza y de acercarnos a nuestra alma, y, precisamente a través de esta forma de actuar, nos traen consigo paz y nos liberan de nuestros padecimientos.”

         Los treinta y ocho remedios que componen su sistema curativo, se corresponden con otros tantos estados anímicos anómalos. Para determinar la aplicación de remedios a estos estados anímicos, el doctor Bach establece, tras varias formulaciones, siete grupos emocionales arquetípicos, que representan diferentes formas de enfocar la vida. Son los siguientes:

 

1. Temor

2. Incertidumbre

3. Falta de interés por las circunstancias presentes

4. Soledad

5. Hipersensibilidad a influencias e ideas ajenas

6. Desaliento o desesperación

7. Sobreprotección o excesiva preocupación por el bienestar ajeno.

 

A estos grupos les corresponden,  por su efecto, los siguientes remedios:

 

 

 

 

 

 

Temor
Heliantemo
Mímulo
Cerasífera
Álamo temblón
Castaño rojo
Incertidumbre
Ceratostigma
Scleranthus
Genciana
Aulaga
Hojarazo
Avena silvestre
 
Falta de interés por las circunstancias presentes
Clemátide
Madreselva
Rosa silvestre
Olivo
Castaño Blanco
Mostaza
Brote de castaño
Soledad
Violeta de agua
Impaciencia
Brezo
Hipersensibilidad a influencias y opiniones
Agrimonia
Centaura
Nogal
Acebo
 
Desaliento o desesperación
Alerce
Pino
Olmo
Castaño dulce
Leche de gallina (estrella de Belén)
Sauce
Roble
Manzano silvestre
Excesiva preocupación por el bienestar de los demás
Achicoria
Verbena
Vid
Haya
Agua de roca

 

 

Cada una de las flores, aunque estén  incluidas en uno de los siete grupos, tratan diferentes aspectos del estado anímico general por el que se las agrupa. Ver láminas de las “38 FLORES CON LOS COMENTARIOS DEL DR. EDWARD BACH”.  

El método clásico para determinar el remedio o los remedios más apropiados en cada caso, es la entrevista con el paciente. El Dr. Bach experimentó también con métodos astrológicos, pero finalmente determinó que lo más apropiado era conversar y escuchar atentamente al paciente.

Finalmente, en relación con la dosificación de los remedios, hay que señalar que el propio Bach daba poca importancia a este aspecto, puesto que la ausencia de toxicidad les hace carecer de contraindicaciones a estos remedios, y por otro lado, la manera en que actúan, hacen que la mínima cantidad pueda constituir una dosis.  No obstante, como pauta general puede seguirse la indicada en Los doce curadores y otros remedios, que es la siguiente: Tomar dos gotas de la tintura madre (la obtenida originalmente  a partir de las flores, el sol y el agua pura) y ponerlas en un recipiente de 30 ml. de capacidad, rellenarlo con agua.  Esta solución es la que se utiliza para preparar las dosis de toma, diluyendo entre 3 y 7 gotas en un poco de agua, lecho o cualquier otro líquido. La frecuencia depende de que el caso sea más urgente o más crónico, pudiendo tomarse cada pocos minutos en los casos más urgentes o cada varias horas en las enfermedades crónicas. Si el paciente se encuentra inconsciente, se le pueden humedecer los labios con la dilución anterior, de forma frecuente,  hasta que recobre consciencia. Y en caso de dolores, parálisis, inflamaciones, etc., los remedios por vía oral pueden completarse con una loción  aplicada sobre la zona afectada. La loción se prepara vertiendo unas gotas del frasco de toma en un bol con agua.

 

4. CONCLUSIÓN

 

Tras la desaparición del Dr. Bach, han sido muchos los seguidores que han querido desarrollar la terapia florar. Algunos estudiosos han ido experimentado con otro tipo de flores, ampliando el sistema a cientos de especies; otros han ideado nuevos métodos para determina que flor es la más apropiada para el paciente, como por ejemplo el péndulo radiestésico; en otros casos se ha combinado la terapia floral con otras formas de tratamiento: con terapias psicoanalíticas, con acupuntura… No obstante, en general, el uso actual de las flores de Bach se limita a la adquisición de los preparados florales, bien sea para autoconsumo, o bien  para administrarlos, por medios más o menos ortodoxos, a todo tipo de pacientes. Esta forma de práctica ha relegado a un segundo plano toda la base filosófica que la hizo surgir, limitándose, en la mayoría de los casos, a un uso meramente sintomático de la enfermedad y dejando en la cuneta lo más sustancioso del pensamiento de Bach, que es su forma de aproximarse al mundo de las plantas. Se olvida también el papel que representa lo bello y lo sencillo en el proceso curativo.

        El reino vegetal ha sido para el ser humano, entre otras muchas cosas, su despensa y su farmacia. Edward Bach aporta un enfoque diferente a la fitoterapia clásica, puesto que abandona la búsqueda de componentes químicos o principios activos para introducirse en el mundo vegetal por la puerta de la intuición  y de la sensibilidad comunicativa con estos seres. Este enfoque entronca con la sabiduría que los pueblos antiguos poseían sobre la fuerza curativa de las plantas y que se ha ido perdiendo con el avance del mundo occidental moderno.

        Bach comprendió que los análisis de laboratorio no podían darle a conocer la autentica riqueza de las flores, por lo que eligió sus remedios mediante alguna forma de comunicación con las plantas que encontraba en los campos. Quizá esta forma de comunicación pueda desarrollarse a partir de la contemplación de la belleza de las flores. En todo caso, es un campo  por explorar.

        Por otra parte, si los elixires florales son un remedio para el espíritu, es posible que tengan efecto sin necesidad de ingerirlo a través del agua. La belleza de una flor puede conmover el espíritu de una persona lo mismo que puede hacerlo la música, los aromas, los colores…, con la ventaja de que en las flores suelen conjugarse el color, el aroma, el sabor y la armonía de las formas.

 

5. BIBLIOGRAFÍA

 

- Dr. Edward Bach. Bach por Bach. Obras completas. Escritos florales. Ediciones Continente.

- Dra. Maria Luisa Pastorino. La Medicina Floral de Edwar Bach. Editorial Urano

- Dr. Bach. La Curación por las flores. Editorial Edad

- Dr. Edward Bach. Los Remedios Florales. Escritos y conferencias. Edad.

- Carol Rudd. Esencias florales. Guía Ilustrada de la Salud.

 

PÁGINAS WEB

 




 

 

sábado, 1 de marzo de 2014

Sigo colgando:

Un reportaje de menos de 5 minutos sobre la producción de manteca de karité en Burkina Faso. En nuestro grupo usamos a menudo esta manteca para la elaboración de ungüentos y cremas.

http://www.youtube.com/watch?v=j57KMl3wEYw&feature=share
Inserto un enlace a un programa de Redes sobre plantas medicinales.
http://www.youtube.com/watch?v=2-IiiqJahP8