Habéis observado que están los arboles
florecidos, los almendros están en flor y su olor característico es de: miel,
dulce, hay personas a las que no les agrada ese olor. Las flores emiten olor y ese es su quehacer, no se paran a
pensar en cuando lo tienen que
hacer ni por qué, simplemente lo hacen, es su hacer. Cuando meditamos estamos en un estado de meditación, no juzgamos
y estamos aceptando lo que se presenta en nuestra vida. Estamos viviendo una época de tormentas
solares como si fuera un acontecimiento a vivir con miedo, como algo negativo,
cuando siempre han ocurrido y lo que tenemos que hacer es vivirlo como acontecimientos
naturales y recibirlos, darles la bienvenida, aceptarlos en una palabra. Esto pasa y pasa porque tiene que
pasar. Imponemos como una vía determinada, que suceda lo que suceda es
MAGNIFICO. Si el agricultor
ve que su campo no termina de crecer, se queja, no ve otras posibilidades, se
desespera.
La flor del almendro se abre para todo el
mundo, suelta su aroma y actúa en su hacer, hacer de vida, de su proceso
vital. Ocurre con el ser humano,
que no aceptamos que las cosas sean como son, tal cual, naturales, decidimos
cambiar, modificar, luego acabamos expresándonos como realmente somos. Lamentablemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario